El Alzamiento de Reis (2): Sir Rob

Solapas principales

Sir Rob Jensen no se lo había pensado dos veces, cuando Elaine había pedido voluntarios para capitanear sus nuevos galeones y acompañar a Berek III . Valientes caballeros que fueran a la caza del infame Reis en nombre de su reina y por la gloria de Ávalon.

Ahora al tener enfrente aquella impresionante mole marítima no estaba seguro de lo acertado de su decisión. El desmedido buque por lo menos poseía más de 300 remos y contaba con 180 cañones de 36 libras y mástiles con velas tan grandes que parecían catedrales blancas, en el palo mayor ondeaba una bandera que parecía teñida de sangre.

Rob calculó que aquel titán de madera negra debía de pesar más de 6 toneladas, podía tener alrededor 90 metros de eslora y 5 cubiertas. -Eso no debería siquiera flotar- pensó el capitán mientras daba órdenes a sus marineros. En la proa del barco las banderas se agitaban para coordinar el ataque. El plan no era otro que rodearlo y darle con todo el hierro y fuego que los cañones de las naves aliadas pudieran escupir. Desde que el gigantesco galeón estuvo a tiro los cañones de las 8 naves no habían parado de castigarlo.

Él no había devuelto el fuego. Había escondido tanto los remos como los cañones y parecía una tortuga marina esperando simplemente a que su agresor se marchara.

-¿A qué está esperando?- se preguntó Sir Rob desasosegado, mientras se acercaba por babor. Delante suyo, disparando sus cañones contra la cubierta del imponente navío, estaba “The Grail” una hermosa fragata nueva capitaneada por su amigo Sir Christopher Weir, compañero de juergas y buen ron. Con aquel cañoneo la dotación de abordo debería estar diezmada.

-Señores, ¡demostrémosle a esa bestia lo que nuestra nave es capaz de hacer! ¡Por Elaine! ¡Fuego!- La “The Pride” volvió a disparar sus 25 cañones, llenando de humo la cubierta. Cuando este se dispersó, el desaliento hizo mella en Sir Rob. El casco de la nueva Bandera Carmesí, parecía intacto, algunas de sus negras maderas aparecían ligeramente rotas, pero ni mucho menos con el terrible daño que debería haber sufrido tras semejante andanada de metal, fuego y metralla.

Las cañoneras del monstruo se abrieron y los cañones empezaron a disparar al barco aliado, el sonido fue ensordecedor.

Entre el humo, pudo distinguir como “ The Grail” se convertía en una nube de astillas despedazando a su tripulación. Rob supo sin siquiera verlos que como mínimo 50 cañones listos para disparar iban a destrozar su navío.

-¡Abandon...- No puedo decir más, los cañonazos atronaron y les habrían dejado sordos de no ser porque las balas de 36 libras les quitaron la vida a todos en una sola andanada.