El Alzamiento de Reis (Epílogo): München/Reis

Solapas principales

Entró en el camarote. Allí estaba ella encadenada, en otros tiempos la hubiera despellejado y violado para que supiera lo que es un hombre de verdad, pero eran nuevos tiempos. Habría que abrir un poco la mente.

Las hebras negras del destino intentaron tocarle, parecía un mecanismo de autodefensa. Bastante efectivo, pero manteniendo la distancia era fácil de evitar.

-Tranquila, joven no vengo a hacerle daño.

- Vete al abismo cerdo. - respondió Jean.

- Con personalidad, como me gustan- Pensó Reis acariciándose los bigotes. -Vengo a hacer un trato con usted querida. Me han sorprendido sus habilidades. Fueron muy astutos usted y el Vodaccio. Él chocaba el barco y usted con su hechicería protegía a sus amigos de la explosión, haciéndolos saltar por la borda...casi...casi, consigue matarme.

Aunque sabía que la apariencia como Reis era impoluta, en su camarote, München, había comprobado cómo su cuerpo estaba lleno de dolorosas quemaduras. No pasaba nada, curarían y tal vez le dejaran cicatrices que le desfiguraran, pero ya no necesitaba su antigua apariencia de Eiseno, la de Reis sin duda era mucho mejor.

- Como ves, tus esfuerzos han sido en balde. Vuestra gran caza, ha sido un fracaso absoluto. Si bien es verdad que me habéis enseñado un par de lecciones. La primera es que necesito una tripulación que piense y sean unos hijos de puta, lo de coser la boca lo dejaré para las fuerzas de asalto y los remos, no puedo evitarlo es muy divertido. Pero sí que necesitaría una dotación que sepa algo de estrategia, manejar el timón... y esas cosas que hacen que un barco funcione. Como mercenario nunca me preocupé, y como Reis...bueno digamos que nunca hizo falta.

- ¿Qué quieres de mi?- preguntó la agotada la muchacha. El ser que antes era Rudolf sonrío y la parte de Reis tiró de la correa.

- Que te enroles en mi barco.

- ¡Jamás!

- ¿Sabes? Una cosa que he descubierto recientemente de mi nueva “profesión”, es que hay una especie de mantra en mi cabeza: “ Nadie escapa de Reis”, pero no es sólo una afirmación, es que sé exactamente dónde están todos los que han escapado de mí… Eso incluye a todos tus amigos. Como ya has visto, no tienen nada que hacer y no puedes protegerlos encerrada aquí. Si no aceptas, te quedarías encadenada mientras yo me voy de viaje y te traigo sus cabezas, una por una, de recuerdo…

-¡Bastardo!- las hebras golpeaban todo el camarote rabiosas. Era un espectáculo fabuloso.

- Pero si trabajas para mí, me lees diariamente el futuro y haces que tengamos buenos vientos, prometo no ir a por ellos. Es más como sé dónde están en todo momento, puedo incluso evitarlos.- la mujer pareció calmarse.- Además añado al trato, que no necesitaré que mates a nadie, aunque se te da muy bien y me parece que lo haces de una forma muy creativa. Ni intentaré tocarte, ni coserte, ni matarte... y créeme, eso va ser un esfuerzo por mi parte que deberías apreciar.

Jean parecía confusa, lo que no sabía el despreciable mercenario es que para una mujer que se había pasado su vida olvidando todo, lo que menos quería es tener el recuerdo de las cabezas de sus amigos en su conciencia.

- Acepto.- Susurró, mientras las hebras negras desaparecían.

- Estupendo, tu primera misión será leer la fortuna para saber dónde encontrar a cada miembro de mi tripulación... por supuesto primero pasaremos por un puerto, a reparar nuestro querido barco y embarcar “provisiones”. Bienvenida, a la “Bandera Carmesí” querida. Creo que éste es el principio de una hermosa y duradera amistad.

FIN.